Mi iniciación en la pintura es a edad bien temprana, manifestando gran placer no solo en la realización, sino también en la contemplación de obras pictóricas. Mi infancia transcurre en pequeños pueblos de Granada y Jaén, como Santa Fe o Linares, donde la pintura y la cultura en general eran materias desconocidas. Son mis padres los que me animan y me surten de todo el material necesario para su cultivo. Copio estampas procedentes de revistas como La Esfera y Blanco y Negro.
Recuerdo que había un pintor local que hacía tapices pintados con su orla y todo. Mi padre, viendo mis inclinaciones, me lo puso como profesor.

En Linares, un profesor del Colegio Nacional donde yo cursaba estudios, Miguel Murias Toledano, fue el impulsor de mis aficiones, haciéndome dibujar plantas, flores o reproducciones de láminas de maestros antiguos. Guardo buen recuerdo de él y heredé su amor a la naturaleza.